Fuiste protagonista de la Reforma Constitucional que concluyó hace días. ¿Qué balance podés hacer de este proceso histórico?

Nosotros no estuvimos de acuerdo con que la reelección pueda favorecer al gobernador actual, porque juró por una Constitución que no le daba la reelección. Desde mi punto de vista, ni ética ni jurídicamente correspondía beneficiarse con la reelección. De todas maneras, es una Constitución que había que actualizar. Es muy importante que se haya actualizado. La provincia en 1962 no es la provincia que es hoy. La pobreza en aquel momento era del 5%. Hoy es del 50. Un aspecto muy importante es la actualización de derechos. Por ejemplo, el derecho de los consumidores y de los usuarios; termas fundamentales como el ambiente. En la década del 60 no había una conciencia ambiental como hay hoy… tampoco una contaminación como la que hay hoy, que produce una mayor conciencia. O temas como el derecho al agua. Y el derecho a la participación; institutos que están en la nueva constitución, como la revocatoria de mandatos, el referéndum; son cuestiones de participación ciudadana necesarias en el S XXI. Hay aspectos de la justicia en los que no estuve de acuerdo. En esta constitución se produce una mayor concentración de poder del Ejecutivo, y un mayor control sobre la justicia, limitando, reduciendo un tema fundamental de toda democracia que es la división de poderes. En el jury de enjuiciamiento hay una mayoría de la política que no era necesaria. Debiera haber un equilibrio, que es fundamental. Es fundamental el proceso de selección de jueces donde primera la verdadera independencia, y que lleguen los mejores y más capaces, y no por ser amigo de un político de tal o cual partido, que a dedo garanticen su lugar como juez. El oficialismo tenía una mayoría clara, se lo dio la gente con el voto, y con algunos acuerdos con algunos aliados del Partido Justicialista que le permitió llegar a plasmar algunas cuestiones importantes para ellos como era la reelección, y algún control mayor sobre la justicia. En cuestiones como los derechos amplió más, consensuó más, y algunos artículos se aprobaron con votaciones que llegaron a más de los dos tercios.

¿Qué beneficios debiera traer para Rosario una autonomía bien entendida y bien administrada?

El término de autonomía remite a participación ciudadana. ¿Para qué sirve la autonomía?, ni más ni menos que para definir qué tipo de ciudad queremos. ¿Queremos una ciudad con perfil industrial, cultural, social?  Rosario es todo eso. Es importante que la futura carta orgánica, los rosarinos y rosarinas convencionales que se elijan, definan por sí ese modelo de ciudad. ¿Para qué sirve la autonomía? Como secretario de Gobierno de la intendencia de Binner me tocó el tema de Puerto Norte, que hoy es la zona más linda de la ciudad. En aquel momento era un basural, yuyal; los barcos que cargaban y descargaban y contaminaban el barrio Refinería. Nosotros les dijimos a las cerealeras, “hay un plan director de Rosario, y se tienen que ir a donde se puede hacer puerto, al norte o al sur de la ciudad”. Y fue así. En aquel momento les decíamos, “van a ver cómo esta zona va a tener un gran desarrollo”. Hoy vemos Puerto Norte, y teníamos razón. Pero no se querían ir. Les ganamos un juicio en la Corte, porque la Corte dijo, “Rosario tiene autonomía para decir dónde puede ser puerto y dónde no”. Ese es un ejemplo concreto de para qué sirve la autonomía. Que hoy esté en la Constitución la autonomía consagrada, es un avance muy importante.

¿Qué análisis hacés de los primeros años de la gestión de Maximiliano Pulllaro?

Lo dije en un discurso cuando tratábamos el tema de los derechos: el tema de la educación, que me parece muy simbólico del proceso. El camino es construir escuelas, como la que yo fui a la inauguración en el barrio Nuevo Alberdi, donde se inauguró este año una escuela muy moderna, equipada, importante, en el seno de un barrio que lo necesitaba. Eran décadas de reclamos. Pero el camino no es salarios docentes por debajo de la inflación. En eso, el gobierno ha lanzado metamensajes muy similares a los del gobierno de Milei, que me parecen que son negativos. El tema del salario docente; en el tema de los tarifazos en los servicios públicos; cuando uno ve el porcentaje de aumentos en el agua y de la luz, se asusta. Eso ha impactado fuertemente en el bolsillo de la gente, deteriorando el poder adquisitivo. Estos son aspectos en los que no estoy de acuerdo con el gobierno; un gobierno que quiere hacer obra pública que no hace Nación, y ahí habría que rescatar algunos aspectos también.

¿Y de Pablo Javkin, qué impresión tenés de su gestión, de su segunda gestión, o de la primera, si querés, atravesada por la pandemia?

No es menos analizar las gestiones pasadas en función de los dos años de pandemia. Nunca se meritó de manera profunda y rigurosa el impacto que produjo en las gestiones con la imposibilidad de hacer nada en ese momento, nada respecto a obra pública, calles, y todo fue el tema de la salud de la gente. Y una gestión de 4 años, que la mitad del tiempo y de los recursos se hayan puesto en esa función, no es menor partir de ese hecho para decir si a una gestión le pusiste el aprobado o el reprobado. No se ha puesto en balance, como si la pandemia hubiera sido otra cosa, una película negra que vivimos, una pesadilla que nos pasó, y que la superamos. Y vos lo insinuás en tu pregunta, tuvo una segunda parte, la segunda gestión, la necesidad de dar una cantidad de respuesta que no había sido posible en la primera. Esa es una realidad que hay que poner sobre la mesa. Faltan dos años, pero hay un intento de terminar una gestión mostrando un balance a la sociedad, que no se pudo dar en la primera.

Desde tu agrupación Igualdad y Participación fuiste electo como convencional constituyente. Desde allí también has acompañado y promovido a jóvenes en la participación política, legislativa. ¿Hacia dónde va tu energía política ahora?

Yo nunca me definí como político profesional. En eso pegó Milei, en contra de la casta. Nosotros necesitamos gente que participe en la política, y que cada vez sea más gente de todos los días, de la calle, ciudadanos de a pie. Si los partidos políticos no se oxigenan, no hay salida para la política, porque el camino no es el de Milei, sin la política, el camino es con una mejor política. En lo personal termino de 60 intensos días de estar en la Convención Constituyente escribiendo una nueva Constitución. Para eso me eligieron, como otras veces me eligieron para ser senador, diputado. Pero esas no son mis profesiones. Soy ingeniero civil, y mi dedicación es hacia mis hijos y su educación. Y mi participación política siempre fue la de un militante, y estaré en el lugar donde la gente quiera que esté, o el grupo de compañeros y compañeras decida colectivamente hacia dónde ir. Pero siempre estar al lado de la gente, y tratar de construir una alternativa para Rosario, para la provincia, y para la Argentina.

¿Cómo se convence a la mitad del país que hoy no vota?

No vota porque son las crisis de democracia, que no es patrimonio de la Argentina, sino del mundo. La gente está descreída de la política, y hay que volver a enamorarla, que el camino en democracia es la participación. El punto inicial de la participación es el voto. Si nos alejamos de eso, quitamos una de las bases vitales de la democracia. Lo otro ya lo vivimos, las dictaduras las conocemos. Es un camino oscuro que condice a la pérdida del bien más preciado del hombre que es la libertad. Hay que insistir sobre todo con la juventud que el camino es involucrarse, participar, meterse, a pesar de todo, ese es el camino.

¿Dónde está hoy el socialismo, como partido, o como proyecto? No hace muchos años gobernaba Rosario, la Provincia, con varios legisladores, y hasta con aspiraciones presidenciales.

El socialismo perdió mucho predicamento a nivel nacional. El Partido Socialista ha sido así, está claro. Mis diferencias a partir del 2011 con la conducción del partido fueron públicas. Nosotros con un grupo de jóvenes iniciamos un camino diferente hasta el día de hoy, y le sería muy necesario a la Argentina una fuerza de izquierda, democrática, socialista, con potencia. Esto le daría al país una necesidad de salir de esta especie de cepo, de blanco – negro de partidos tradicionales que no pudieron o no quisieron mejorar las condiciones de vida de la gente.

No se ve un “germen” para que eso suceda.

Es un tema profundo. Uno ve a Chile, y ve una fuerza progresista de centro izquierda que gobierna. Uno ve Uruguay y ha tenido presidentes socialistas como Tabaré Vázquez, o progresista como Pepe Mujica; uno ve Brasil y lo mismo, ve en Lula una conducción de un progresismo racional con políticas de estado de salud, de educación, de desarrollo del país que lleva a Brasil a ser potencia mundial. Es necesario este tipo de ideas en Argentina, ideas que en su momento encarnó el kirchnerismo, y está a la vista que fracasaron. Gobiernos que terminaron mal, que se reciclan, y eso es lo que produce una alternativa falsa para el país, el país necesita una alternativa en serio. Una alternativa en serio que promueva un acuerdo nacional y que convoque a un consenso político, social y económico que nos pueda sacar de esta especie de desesperanza que tenemos, donde lo último que ha aparecido en el país como “lo nuevo”, que tuvo una convocatoria muy fuerte que fue contra la casta, porque las más de 4 décadas de distintos gobiernos de distintos signos que se sucedieron que no dieron respuestas, y aparece esta convocatoria, este grito que al día de hoy, a 2 años de gobierno claramente es hoy más una pesadilla que una salida positiva para el país. Vemos que aplica todas las recetas neoliberales que ya fracasaron en distintos lugares del mundo, y que fracasó en los 90 en Argentina, donde el camino no es cortar la salud, la educación, el camino no es cortar el salario de los trabajadores. El camino es establecer un país en desarrollo, productivo, y con justicia social. Esa tiene que ser la utopía hacia la cual caminar, pero pisando fuerte en la realidad; no vemos como proyecto nacional sino que permanentemente vemos en Argentina un proyecto para la próxima elección, y no, como decía el presidente Ricardo Lago, un proyecto para las próximas generaciones.