Entrevista a Jorgelina Hiba, periodista especializada en temas socioambientales

 

Cuando se debaten temas de tal magnitud económica, política, ambiental, como es la profundización de una hidrovía, aparece la eterna discusión entre los alarmistas y los relativistas.

Hay que decir que, desde lo ambiental, desconocemos mucho el impacto que esto genera. No existen estudios propios de factibilidad ambiental que permitan comparar cómo estaba el ecosistema antes de que el río comience a ser intervenido en los 90 con el dragado, con un tráfico fluvial importante, y cómo está ahora. Los estudios de impacto ambiental que hizo el anterior concesionario, en realidad fueron revisiones de bibliografías sobre estudios hechos en ríos similares, como el Misisipi. Es la flaqueza, la debilidad de base desde la que partimos. Partimos de una nebulosa respecto a la información. Si modificás el cauce natural de un río de forma sistematizada durante un largo tiempo, cambiando la profundidad natural de 25 pies a 44, eso altera toda la biota riquísima del lecho del río; es un sistema interconectado en el que si eliminás o modificás un elemento, repercute en toda la cadena trófica, los eslabones que hacen al equilibrio natural de un sistema. Rectificar las dunas que tiene el lecho del Paraná tiene sus consecuencias en los ecosistemas. A más buques, más movimiento de agua; un ruido más intensos para los peces; genera un oleaje importante para la escala fluvial. Salvo eso no sabemos nada.

Y con un estado ausente, ¿en manos de quién quedaría el control?

El pliego dice que va a ser el concesionario el encargado de realizar el estudio de impacto ambiental, es como poner al lobo a cuidar a las gallinas. Tenemos un gobierno que se ha retirado de las incumbencias estatales de control y gestión ambiental, incluso, deplora que haya regulaciones ambientales. Pero el control debe ser estatal, porque el Paraná es un río que atraviesa 7 provincias. Pero veo escasas la posibilidad de que el Estado controle que esos estudios de prefactibilidad ambiental sean científicamente correctos, y que se cumpla lo que dice el estudio, y que luego se multe al concesionario si no respeta lo que dice el estudio.

En una mega obra como es una hidrovía, ¿qué puede salir mal si las cosas no se hacen bien?

Algo que ya salió mal es la llegada de especies exóticas, que vienen en el agua de lastre en los buques. Los buques no cambian el agua del lastre en los océanos, y nadie los controla, y tenemos en toda la Cuenca Del Plata el mejillón dorado, o chino, que llegó desde Asia y colonizó la cuenca. No tiene depredadores naturales. No sabemos si necesariamente es malo, pero sabemos que es un elemento externo para el ecosistema nativo, que viene a alterar el sistema.

Pero eso no tendría vínculo directo con la profundidad del dragado.

No. Pero tiene que ver con los controles. Y yendo al tema del dragado, si profundizás más las aguas de un canal, se espera que el agua avance más rápido. Y tenemos un caso en Victoria (Entre Ríos) donde tienen un grave problema para potabilizar el agua del rio, porque el riacho frente a la ciudad se ha secado porque sostienen que el refulado de la arena y del barro que sacan las dragas del fondo del río, tapó las bocas de acceso del humedal que lleva el agua del canal principal del río hasta el Riacho Victoria que es de donde la ciudad obtiene agua para potabilizar. Eso se tapó. Esa es la consecuencia de un dragado que se hace sin control o sin verificar dónde se coloca ese material que se saca del fondo del canal.

Se supone que, a mayor calado del río, salen más granos, y conlleva un mayor ingreso de divisas con las que se podrían remediar estos inconvenientes.

Pueden ingresar más comidities, pero terminamos afectando al río. Sumado a la crisis hídrica que viene padeciendo toda la Cuenca del Plata desde hace al menos 5 años, que nos regaló la bajante más grande desde que se tengan registros. Estamos en un escenario global de crisis ecológica y climática, con eventos extremos más frecuentes, tuvimos sequías con incendios incontrolables. Todo esto nos pone en un umbral donde debemos hacernos preguntas sobre hasta qué punto se pueden tensionar los ecosistemas, para que esos mismos ecosistemas nos sigan proveyendo de la navegación, de alimentos, de paisajes turísticos. A veces se nos presenta el tema como el antagonismo entre producción y cuidado del ambiente, pero tenemos que hacer un cambio cultural de dejar de ver que son antagónicos, y que sólo a través de la destrucción de la naturaleza podemos producir, y ver que estamos llegando al límite en el cual la destrucción del ecosistema es suicida.