Definiciones de consumo problemático, adicciones, adicto; supongo que son conceptos que van cambiando con el tiempo.
En los últimos años, en la última década hubo todo un cambio en relación al concepto de adicciones, de consumos problemáticos. Venimos de mucho tiempo hablando de adicciones, y a partir deI plan IACOP, del 2014, posterior a la ley de salud mental, empezamos a hablar de consumos problemáticos. No es que se deje de hablar de adicciones, pero sí se diferencia. No todo consumo problemático es adicción, pero sí una adicción implica un consumo problemático, además que en el último tiemplo y con el avance de las tecnologías y de las pantallas, aparecen otros tipos de consumos en relación a objetos intangibles. Por eso hay todo un cambio de paradigma, y de cómo se trata el objeto, cuál es el objeto, el sujeto. A partir del último tiempo, con el paradigma integral comunitarioe, pensamos al consumo problemático como una problemática que trabaja con un sujeto, que tiene una relación problemática con un objeto en un contexto determinado; es muy importante el contexto en el cual se establece esta relación. En otra época hablábamos de adicción haciendo referencia a que había una sustancia, una droga, que tomaba a la persona, la poseía, y arruinaba su vida. Y no se tenía mucho en cuenta la historia, el contexto, la situación particular, económica, social de esa persona.
Existe en el imaginario que no es lo mismo un consumo problemático de ricos, y el de pobres.
El consumo problemático es una problemática de salud mental, no distingue clase social, edad, si es hombre o mujer. Sí podemos encontrar diferencias; hablabas de ricos y pobres o de clase social. A lo mejor lo que sucede con las clases más vulneradas es que muchas veces, por poder hacerse de una sustancia, pueden incurrir en circuitos más riesgosos, más peligrosos, pero no quiere decir que una persona de cualquier clase social pueda tener un problema de consumo, ya sea de algo legal como el alcohol, o los psicofármacos, o de cualquier sustancia psicoactiva, o juego virtual, casino. Pero sí, lamentablemente las clases más vulneradas se ven más desfavorecidas.
La pregunta viene en relación al poder adquisitivo de quienes se pueden internar o tratarse ante esta esta enfermedad, ¿pero qué dispositivos estatales existen para quienes carecen de esa posibilidad?
Hablabas de internación y de enfermedad. Son conceptos que vienen arraigados de otro paradigma, que no es el de reducción de riesgos y daños, sino que es un paradigma medico hegemónico que tiene una perspectiva abstencionista. Tiene que ver con un momento histórico, un momento político, social, cultural. Está muy arraigada la idea de que el tratamiento posible, o el único tratamiento posible es la internación. Sin embargo, está comprobado que también son posibles tratamientos ambulatorios, que no impliquen la internación residencial, que no impliquen el alejamiento de la familia o de la red de contención de la persona. En relación a la enfermedad, nosotros hablamos de un problema de salud mental, más que de una enfermedad, y es importante saber -porque no todo el mundo sabe- que hay agencias estatales, tanto municipales como provinciales y nacionales, que trabajan en la prevención y en el abordaje de los consumos problemáticos. En Nación tenemos al Sedronar, que hace mucho tiempo que trabaja. En la provincia de Santa Fe está el Aprecod, que trabaja más que nada en relación a convenios con instituciones, tanto residenciales como centros de día –de internación y de trabajo ambulatorio-, y a nivel municipales tenemos la Agencia de Prevención y Abordaje de Consumos Problemáticos, que está funcionando desde el 2023, y trabaja de forma articulada con los otros niveles del Estado, y también con un actor muy importante, que son las organizaciones sociales de la ciudad que trabajan incansablemente en torno a los consumos problemáticos, al cuidado de la población, a la prevención, que se realiza en escuelas, en los barrios. Esta Agencia trabaja en articulación con los efectores y organismos municipales y provinciales, pero también con las organizaciones sociales de los barrios que es donde más tenemos que trabajar la problemática, que es en el territorio. Cuando digo “territorio” no me refiero a los lugares más periféricos, sino en el primer nivel, con los vecinos, con la comunidad, con el centro de salud, las escuelas.
Respecto a la ludopatía, la imagen clásica es la de una persona en un casino, apostando su auto, su casa. Pero hoy, con todo a un clic desde el celular, pareciera que el volumen de población afectada es otro, y que el abordaje sobre esta problemática no es el mismo que antes.
La ludopatía es otro problema considerado consumo problemático, que se considera un problema de salud mental, y que se aborda, como cualquier consumo problemático, desde varios lugares. Es importante el trabajo en salud mental, pero también es importante el trabajo desde otras áreas y disciplinas, desde lugares que trabajen en el fortalecimiento de lazos, que es lo que casi siempre está roto o muy debilitados en las problemáticas de consumo. Lazos familiares, lazos sociales con la comunidad, lazos institucionales; no es menor que se trabaje desde otros lugares que refuercen los lazos sociales, los vínculos afectivos que refuercen la relación de cada persona con lo que le gusta, con lo que sabe hacer, con su trabajo.
La ludopatía, al no tratarse de una sustancia física –droga- que se consume, ¿requiere otro tipo de abordaje?
Se aborda de una manera muy similar. Si bien no hay ninguna sustancia física, como ocurre en el caso de la cocaína, hay situaciones que generan que esta no-sustancia que es el juego pase a ocupar un lugar muy importante en la vida de esa persona, que vaya a taponar algo. Entonces el trabajo va a ser muy similar, porque de la misma forma en que la persona puede incurrir en actividades delictivas, o puede perder lazos sociales o materiales por el consumo que puede ser el de la cocaína, con el juego pasa lo mismo, pero lo que tiene el juego es que es legal, está en el teléfono, es muy fácil el acceso, y produce esa sensación de que uno se puede controlar, que es algo que lo maneja la persona. Va más allá de eso, va más allá de la dopamina y de la serotonina, pero tiene que ver con una cuestión más psicológica, por eso el trabajo en salud mental con psiquiatra, psicólogo, trabajadores sociales, y con otros especialistas; trabajos que refuercen lazos sociales, vínculos, y que le permitan a la persona poder trabajar el lugar que ocupa esa sustancia o la no-sustancia, como las pantallas o el juego, en la vida de esa persona. Y en relación a la cuestión económica, tenemos a los organismos de la provincia y a la municipalidad que trabajan en convenios con instituciones, para que las personas que no pueden pagar un tratamiento, que son muy caros y largos, existen las becas. Todas las personas tienen la posibilidad de acercarse a estas agencias para hacer un tratamiento ambulatorio articulado con los efectores de salud de la ciudad, o un tratamiento residencial que puede ser convenido con alguna institución.
Está circulando la idea de que el consumo es cada vez mayor. ¿Es así, o lo que cambió es el modo de medición?
Ambas cosas. Hay más consumo, porque hay menos trabajo, porque hay crisis económica, porque hay crisis en los lazos sociales. Conocemos lo que pasó en el 2001 con el paco, con la crisis. También hay más estudios sobre el tema, y también se estudia desde otro lugar, se estudia el contexto de las personas, la situación social, económica; no se lo estudia de firma aislada al consumo.
Si fuera por crisis económica, tendríamos mayor consumo que en Noruega.
Es una buena pregunta, porque si bien la situación económica y social afecta a la subjetividad, no es lo único. Teniendo en cuenta que es un problema de salud mental, la situación económica no es lo único que garantiza una buena salud mental. Hay otras cuestiones que van más allá de esto. Seguramente en Argentina habrá situaciones de consumo que sean diferentes a las de Noruega. Pero no implica que en Noruega no haya. A lo mejor, diferentes, con otras características, que son propias de esa sociedad, y singulares en cada persona.
El consumo de acuerdo al género, ¿está medido, se abordan de la misma manera?
Tanto hombres como mujeres acceden al tratamiento y llegan a estas agencias estatales. Lo que históricamente sucede es que las mujeres están en tareas de cuidado de hijos, de padres, hermanos. No es que las mujeres consuman menos, es que hay menos registro de mujeres que consumen porque les es más inaccesible el tratamiento. Y no es porque no existan, sino porque lamentablemente tienen que estar cuidando a otros. Hay mujeres que consumen, algunas que lo hacen durante el embarazo, y que comienzan a tratarse una vez que llegan a esas instancias, porque llegan a un efector de salud, pero lamentablemente la mayoría de las veces terminan relegando su propio cuidado por el cuidado de otros.
Ese consumo de la mujer que tiene a otras personas a su cuidado, termina afectándolos aunque ella no lo desee.
Muchas mujeres comienzan a consumir por la relación de hombres que consumen, y obviamente, las mujeres que consumen, su consumo va a afectar, y que esa problemática de consumo quizás signifique que afecte sus relaciones familiares, laborales; afecta tanto a la propia persona como a terceros. Eso es lo que lo hace problemático. Por supuesto que una mujer que tiene hijos o está embarazada, va a afectar a terceros, especialmente cuando no tienen o no cuentan con una red de apoyo o de contención que pueda permitirle cuidarse y cuidar a estos otros que tiene a cargo. Y no hablar de la estigmatización que existe en relación a la mujer que consume. Una mujer consume como un hombre, y lo hace por los mismos motivos, por salud mental, por crisis subjetivas, por situaciones sociales y económicas que la llevan a eso.

