El vapeo se consolidó en los últimos años como una práctica cada vez más extendida entre adolescentes, impulsada por dispositivos pequeños, diseños llamativos y sabores frutales que refuerzan la percepción de que se trata de una alternativa inofensiva. Sin embargo, especialistas advierten que detrás de esta estética “moderna” se esconden riesgos significativos para la salud.
Aunque muchos jóvenes sostienen que solo están “probando”, la mayoría de los cigarrillos electrónicos contiene altas concentraciones de nicotina, incluso superiores a las de los cigarrillos tradicionales. Según alertan expertos, esta sustancia llega al cerebro en cuestión de segundos y genera adicción de manera rápida, especialmente durante la adolescencia, una etapa en la que el sistema de recompensa es más vulnerable.
“La nicotina produce una dependencia temprana que no solo dificulta abandonar el vapeo, sino que también incrementa la probabilidad de que, con el tiempo, los adolescentes comiencen a fumar cigarrillos convencionales”, explicó la Dra. Valeria El Haj, directora médica nacional de Ospedyc.
Los datos en Argentina refuerzan la preocupación. Un estudio presentado en 2023 por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina) reveló que el 8,9% de los adolescentes de entre 13 y 18 años consume cigarrillos electrónicos. En la Ciudad de Buenos Aires, además, el 38,7% de los jóvenes probó al menos un producto de tabaco o nicotina.
Más allá de la nicotina, los vapeadores pueden contener metales pesados, solventes y otros compuestos químicos que se liberan al calentarse. Su inhalación repetida irrita las vías respiratorias y puede generar inflamación pulmonar, tos persistente y episodios de dificultad para respirar. En los últimos años, incluso, se registraron casos de lesiones pulmonares graves asociadas al vapeo.
Los efectos también alcanzan el plano cognitivo y emocional. La nicotina altera la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje, funciones clave durante el crecimiento. Además, se la vincula con mayores niveles de ansiedad, irritabilidad y cambios de humor cuando aparece la abstinencia, una experiencia que muchos adolescentes describen como dependencia del dispositivo.
Si bien la venta de estos productos está prohibida para menores, el acceso continúa siendo sencillo a través de kioscos, redes sociales y plataformas online. Frente a este escenario, especialistas remarcan la importancia del diálogo en el ámbito familiar y escolar como herramienta de prevención.
Hablar sin juzgar, escuchar a los adolescentes, brindar información basada en evidencia y promover espacios libres de humo y vapeo resulta clave para anticiparse a la dependencia. Cuando el consumo ya está instalado o genera ansiedad, recomiendan buscar acompañamiento profesional.
“El vapeo en la adolescencia no es una moda pasajera, sino un fenómeno que puede impactar la salud respiratoria, emocional y cognitiva de toda una generación. Abordarlo con información clara y acciones coordinadas es fundamental para reducir sus consecuencias y proteger el bienestar de los jóvenes”, concluyó la Dra. El Haj.

