¿Cuándo y cómo se fue gestando el proyecto?
En el 2009 comenzamos a escribir algo que tenía todos estos objetivos: un área didáctica, un área de investigación, de producción, de apertura a la comunidad. Nos interesaba que acá haya algún espacio donde podamos realizar cursos, donde podamos realizar encuentros de diálogo. Y de ahí fue gestándose todo. En el área trabajamos en el estudio de plantas medicinales; la asignatura que damos es farmacobotánica. En el grupo de trabajo está Victoria Rodríguez, María Noel Campaña, Érica Mandón, Matías Ferretti, Gabriel Bettucci, Virgina Stähli, María Sol Srebot. En el 2019 se acercaron técnicos del Centro Agroecológico Rosario, interesados en la revalorización de las plantas medicinales. Ellos las estaban cultivando, pero querían este aporte que podía dar la universidad. Ahí comenzamos trabajos en conjunto. En el 2021/2022 ganamos un proyecto para trabajar en una guía que permita a huerteras y huerteros la identificación fácil y correcta de distintas especies medicinales, en eso surge lo que llamamos “Guía Santo Remedio”, que se la puede googlear y que fue un trabajo de varios actores, con docentes del área, con alumnos del 3er año de la carrera de Farmacia de la Facultad. Fuimos a este centro Agroecológico, trajimos material que luego comenzamos a plantar acá. Toda esa información fue recopilada, y con ello se le dio formato a esta guía para que toda la comunidad pueda tener acceso a ese material. No puedo dejar de mencionar a la Facultad y al decano, que siempre se interesó en este proyecto.
¿Para qué estudiar nuestras plantas?
En primer lugar, este es un proyecto en conjunto. Aparezco yo, pero estoy en nombre de todo un equipo. Y si tengo que decir áreas que quiere abarcar, está el área docente, que trabajamos con los estudiantes. Está también el área de interacción con la comunidad. Para esto estuvimos trabajando mucho con el Centro Agroecológico Rosario, que es un grupo de técnicos que trabaja con las plantas de una manera agroecológica, respetando la naturaleza. Y este centro está en contacto directo con huerteras y huerteros de la zona. También tiene su pata en la investigación porque muchas de estas especies son estudiadas científicamente. Busca y tiene un componente de validación científica, y otro de los objetivos es la producción también. Pensamos en producir en algún momento plantines con determinadas características y calidades, y por qué no, darle forma farmacéutica, y hacer con algunas de ellas algunas cremas para uso tópico, algún jarabe, o algún tónico.
En uno de sus informes se habla de “validar” las plantas. ¿Qué sería validar?
Validar significa asegurar que son plantas seguras, que no son tóxicas en la forma y en la cantidad que se deberían consumir; que son efectivas, es decir, que sirven para lo que dicen tratar, y todo eso uno puede, una vez que se confirma, seguir manteniendo toda esa seguridad y eficacia porque mantiene la calidad. Mantener la calidad es mantener la calidad botánica y una calidad química. Calidad botánica, porque se identifica correctamente la especie. Porque hay diferentes plantas que tienen el mismo nombre popular, pero no son la misma especie. Para identificarlas hacen falta estudios morfoanatómicos, hay que hacer en muchos casos ensayos microscópicos, y asegurar la calidad química. Piensen que estos organismos son sésiles, pero interaccionan con el ambiente, y esa interacción las llevan a atraer organismos benéficos, o repeler lo que sea perjudicial. Para ello las plantas han desarrollado un amplio metabolismo con miles de componentes que los utilizan para su interacción, pero que nosotros los utilizamos porque vemos que tienen estas propiedades terapéuticas. Pero esta composición química va a variar de acuerdo a dónde crezcan, cómo se cultiva, se cosechan, cómo se almacena; y si varia esa composición química, va a variar también sus propiedades.
En materia de plantas medicinales debe quedar mucho por descubrir hacia adelante, pese a que su uso es algo milenario.
Son las dos cosas, es una mirada hacia atrás, es la revalorización de un montón de saberes que podemos decir tradicionales, de pueblos que es la forma que tienen para tratar sus dolencias, para mantener la salud, entonces es rescatar todo eso, pero es también aportarle una mirada científica, validando todo esto. Es mirar para atrás, pero es mirar para adelante en muchos aspectos. Primero, en este diálogo que queremos que cada vez se enriquezca más, este diálogo entre distintas posturas o distintas realidades, que queremos que sea cada vez más cotidiano, que haya más respeto en ese ida y vuelta porque desde el otro lado hay sabiduría. Es hacia adelante también porque la mayor parte de las plantas que hoy están validadas científicamente, son plantas de origen europeo o asiático, y hay muy poco, menos del 15% de la enorme diversidad que tenemos en América Latina, conocida.
Yendo a lo práctico, ¿qué utilidad terapéutica pueden tener algunas de las plantas de esta “Farmacia Viva”?
Puedo dar algunos ejemplos, siempre sosteniendo que es bueno que haya un profesional de la salud en esto, porque no vamos a recetar. (1.02) La caléndula se puede utilizar para preparados de uso tópico, es desinflamatorio. De la lavanda se extrae un aceite que se llama aceite volátil, son buenos como ansiolíticos, para la inducción del sueño. Tenemos la citronela de la cual se extrae el aceite que se utiliza como repelente de insectos. Tenemos el cedrón, que tiene olor a limón, y se pueden hacer infusiones digestivas. Tenemos la carqueja, se la utiliza para mejorar la función del hígado. El Yacón es una planta nativa. Es una planta que, si uno puede consumirla, van a ver que es dulce, y no es sacarosa, entonces, puede ser consumida por los diabéticos. Otra planta que puede ser interesante es la artemisia, que tenemos dos especies. La Artemisia anua, que es nativa de Asia, es la que se utiliza para el tratamiento de la malaria. De ahí se extrae el compuesto que se llama artemisinina, que es hoy el compuesto efectivo para tratar la malaria.

