Un incidente internacional de alta peligrosidad tuvo lugar el 30 de enero pasado en Estados Unidos durante unos ejercicios británico-estadounidenses frente a la costa de Florida. Allí, el Trident, II de 58 toneladas y 13 metros de longitud, fue propulsado al aire por gas comprimido en el tubo de lanzamiento, pero los propulsores de la primera etapa no se encendieron y el cohete, equipado con ojivas falsas, cayó al océano.

“Salió del submarino, pero se hundió justo al lado de ellos”, contó una fuente presente en el lugar. La nave no resultó dañada no obstante la gravedad del hecho refiere a que, allí, se encontraba el titular de Defensa británico, Grant Shapps, quien asistió para observar el lanzamiento de prueba.

“Tras el lanzamiento fallido se inició una investigación para averiguar el origen del problema y se ordenó recuperar el misil del fondo del océano”, refiere el sitio de noticias RT quien además indica que el de enero no es el primer lanzamiento fallido de un misil nuclear: “La prueba anterior, que tuvo lugar en 2016, también fracasó, ya que una vez en el aire el misil se desvió de su rumbo y se dirigió hacia Estados Unidos, autodestruyéndose automáticamente”.

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