Como parte del programa anual macro.Irradiaciones, el colectivo “La calle no me define” trae una propuesta que interviene en el espacio expositivo del piso 3 de la muestra “Máquinas nómadas”.
Presentan la producción de distintas piezas de arte que representan el sentir de los participantes, brindando una nueva oportunidad a elementos que les dieron las calles de Rosario y descubriendo la belleza en los mismos. Es una forma de representar la búsqueda de nuevas oportunidades, tanto en el arte como en sus vidas.
Calle y casa: nomadismo urbano
La posibilidad de ser casa sin obturar la posibilidad de lo nómada.
Ser anfitriones (porque tenemos casa: el macro) de quienes no la tienen y sí tienen en la calle su hábitat.
El programa se titula “La calle no me define” haciendo patente algo que muchas veces (quienes vivimos en casas) desdeñamos, el hecho de que quienes integran este colectivo pertenecen a la misma definición de persona (sobre todo de “persona humana”) que quien escribe y quien lee este texto.
Sin embargo.
Sí creo que algo de la calle los define. Saberes que no poseo (que muchos de nosotros que vivimos en casas no poseemos). Saberes de la superviviencia pero –sobre todo– de la resistencia. Aclaro: resistencia no es una construcción pasiva o una reacción ingenua a lo que nos afecta sino un acto creativo que permite conectarnos con la posibilidad de otro (¿mejor?) mundo. La calle (que por supuesto, desde la naturalización de la desigualdad, no los define) sí deviene un ámbito de tránsito que cotidianamente transitan mudándose mutando en ese mismo acto: mudar de lugar es un cambio que Foucault leyendo a Sócrates hubiera aplaudido: el “conócete a tí mismo” se renueva en cada nueva experiencia del espacio urbano.
Mariana Menna (coordinadora del programa que los nuclea y que llegó a nosotros gracias a José Castagnino) les acercó la propuesta de exposición de la colección del macro titulada “Máquinas nómadas” y ocurrió algo que no resultaría sorprendentre en tanto se reconozca al “otro” como el lugar del que nos nutrimos: “somos nómadas urbanos” dijeron. Lo cual colocó el título y el eje de la exposición que los tendrá como autores en el museo en el marco de “macro.Irradiaciones”.
Como un espacio discriminado (lo cual sería discriminatorio) en un piso del museo destinado (lo cual lejos de la generosidad se acercaría a la caridad) a ellos, sino compartiendo espacio con la exposición titulada “Máquinas nómadas” de obras pertenecientes a la colección del museo.
Creemos (y lo hemos constatado en los encuentros que tuvimos con ellos) en su capacidad de producir arte contemporáneo desde esos saberes diferenciales que enriquecen el espacio expositivo del museo.
El macro siendo la “casa” del arte (que se hace nómada) de los que no tienen casa y que –en este mismo acto de propiación del espacio del museo– muestran que la calle sólo los define en la capacidad de producir piezas artísticas a partir de su “nomadismo urbano”.
Roberto Echen