Un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que existe un 55% de probabilidad de que el fenómeno La Niña se instale entre diciembre y febrero. De confirmarse, Rosario y gran parte de la región enfrentarán un verano marcado por la sequía, escasas precipitaciones y temperaturas muy elevadas.
Según recordó el organismo dirigido por la meteoróloga argentina Celeste Saulo, La Niña se caracteriza por un enfriamiento anómalo —por debajo de los 0,5 grados— de las aguas del Pacífico ecuatorial central y oriental. Ese descenso térmico provoca alteraciones en la circulación atmosférica, en los vientos y en los patrones de lluvia y presión.
La OMM elabora trimestralmente la “Actualización El Niño/La Niña” junto con el Instituto Internacional de Investigación Climática de la Universidad de Columbia. El diagnóstico se nutre de aportes de los principales centros especializados del mundo que monitorean estos eventos.
Un verano seco y extremadamente caluroso
Después de dos meses con lluvias abundantes, como ocurrió en octubre y noviembre, la región ingresa ahora en un período con menor disponibilidad de agua. No se trata tanto de la frecuencia de las precipitaciones como del bajo volumen que dejarían, explicó a La Capital la observadora meteorológica Vanessa Balchunas.
A esto se sumará un marcado incremento térmico. Con poca humedad en el ambiente, la sensación térmica no será el principal indicador del calor: serán los propios termómetros los que marcarán la pauta, con máximas que podrían superar con facilidad los 35 grados, aunque las mínimas se mantendrán dentro de lo habitual para la época.
“La presencia de La Niña será más evidente durante el verano y la primera parte de 2026. Afectará especialmente a la Patagonia y al centro del país, con temperaturas muy altas”, señaló Balchunas. Y añadió: “En nuestra región se espera un ascenso importante de las temperaturas en un contexto más seco. Las tormentas que se registren podrán traer ráfagas, granizo o chaparrones, pero no dejarán los acumulados habituales”.
La meteoróloga también alertó que el déficit hídrico podría facilitar períodos prolongados de calor intenso. “Habrá que ver si se cumplen las condiciones para hablar de olas de calor, pero es posible que tengamos máximas muy significativas esta temporada”, adelantó.
Qué efectos puede dejar La Niña
Aunque el inicio de La Niña se proyecta para este mes, Balchunas aclaró que sus impactos más notorios suelen observarse cuando el fenómeno se afianza o cuando comienza la transición hacia una fase neutral o incluso hacia un nuevo evento El Niño.
“La Niña suele asociarse con una merma en las lluvias, lo que genera zonas más secas de lo habitual. Esto condiciona a la estación siguiente, no sólo por el ambiente sino por la capacidad del suelo para retener humedad y favorecer nuevas precipitaciones”, explicó.
Y agregó: “Los efectos más marcados no aparecen en el comienzo del fenómeno, sino cuando se consolida y luego en su salida hacia la neutralidad o hacia El Niño”.
¿Qué se espera después del verano?
El reporte de la OMM anticipa que las condiciones comenzarían a estabilizarse hacia una fase neutral entre los períodos enero–marzo y febrero–abril.
Balchunas advirtió, sin embargo, que los impactos de La Niña no desaparecen de inmediato: “Los suelos quedan muy castigados, resecos y rígidos. Cuando regresa bruscamente un período de lluvias, esas superficies son más proclives a inundarse porque perdieron capacidad de absorción. Será clave seguir de cerca cómo se comporta el entorno de nuestra región para evitar complicaciones cuando llegue la recuperación”.

